Hace dos años, en ocasión del Eurobasket 22, hice la siguiente reflexión: “Lo que ya no soporto es el nivel de permisividad que hay en la cancha. No depende solamente de los árbitros, en los que hay de todo como siempre, sino con que criterio se está jugando. ¿Eso es basket? Vale todo, agarrar, empujar, montarse encima de la chepa... lo del antebrazo ya es un puro escándalo y parece como si valiera todo. Quizás que los responsables de la FIBA se lo miren un poquito. Podría citar mil jugadas más, poner vídeos, pero ya me parece una perdida de tiempo. Redefinir el criterio para no perder la esencia del juego, menos pasos ceros y más definición de lo que puede ser una defensa legal y, puestos a decir, ensanchar un metro el campo para mejorar los espacios”. Han pasado dos años y no ha cambiado nada, más bien la cosa ha empeorado después de ver los Juegos Olímpicos de París. Y no se trata de un deporte determinado, luego hablaremos de baloncesto, sino del concepto de ser árbitro en términos generales. Creo que el COI tiene un problema a resolver que no es de ahora: que las competiciones sean justas, que premien a los mejores. Pero en muchos deportes el juicio de valoración depende de la apreciación humana, que no es infalible -se comprenden los errores- pero sí debe ser honesta. Han habido casos en los que la honestidad en las decisiones ha sido cuanto menos cuestionable. En el boxeo, por ejemplo, ha sido un auténtico escándalo. Uno de los motivos por el que el COI lo va a retirar del programa olímpico en la próxima cita, ha sido este. Politiqueo, decisiones cuanto menos dudosas, intereses varios por razones geopolíticas, hacen que lo de demostrar que eres el mejor en demasiadas ocasiones sea cuestionable. Ha pasado en varios deportes, individuales y colectivos. He citado el boxeo como el más evidente, pero se podría hacer un buen listado de agravios que no dependen de la calidad del deportista sino de la subjetividad del supuesto juez. Supongo que el COI, que cuando habla de forma oficial, hace hincapié en la fraternidad del deporte, donde parece que todo el mundo es igual, con los mismos derechos y los mismos deberes, debería hacer un examen serio de la situación; pero cuando miro el palco y veo los dirigentes que deberían llevar a cabo esta supuesta fraternidad e igualdad, como mínimo me entran serias dudas. parece un contrasentido que en la cita olímpica en un país que ha popularizado a nivel mundial lo de la “Liberté, Egalité, Fraternité” se incumplan unas cuantas de estas exigencias o principios. Y ahora a lo nuestro, el arbitraje en la competición de basket. Solo el pensar en el trancazo que le pegan a Johannes al final del partido de la final femenina, me entran escalofríos. ¿Cómo puede ser que ninguno de los tres árbitros lo viera? Como conozco el ambiente al que me refiero -el del mundo del arbitraje- sé que las respuestas más corrientes son: “Un error lo tiene cualquiera”, “Era difícil de ver dado el tipo de jugada” y un largo etcétera. El resumen de los muchos partidos jugados en chicas y en chicos es que ahora se pitan contactos ínfimos, luego se dejan los duros; ahora defender con las manos vale, ahora no; o, lo peor de todo, según quien lo hace se le aplica con más o menos rigor. Disparidad de criterios entre los mismos tríos, por mucho que nos hayan dicho que antes de los juegos habían estado concentrados para unificar posiciones. Árbitros que no se sabe bien en que competiciones arbitran. El colmo es ver como un árbitro de la liga LEB española, la segunda liga, dirige partidos de este nivel. ¿Qué pasa aquí? Hace unos días un amigo del facebook se quejó de que le recriminara (con buenas palabras, eh, todo muy educado) que se pasaran tanto en la critica arbitral y le comenté que lo que estaban haciendo era “apuntar con la mano a la luna, y mirar el dedo”. Creo que es una metáfora la mía. En este caso los árbitros son el dedo, y la luna representa a quienes los dirigen. Aquí está el meollo de la cuestión. Los árbitros pueden ser culpables en la medida de su incapacidad profesional a la hora de pitar en un partido, pero el asunto va más allá. Porque si en general no tienen un buen rendimiento, quienes tienen que asumir la responsabilidad son los que los han designado, sabiendo de su escaso nivel. El COI en estos casos no pinta, en teoría, nada, porque los árbitros son designados por la FIBA a propuesta de las distintas Federaciones. Es la FIBA quien debería responder sobre el asunto. Pero les da igual, ni se van a preocupar; afirman o dirán que todo ha estado bien y vuelta a empezar. Conozco personas que están en el departamento técnico de la FIBA y me preocupa que no hagan algo para mejorar la situación. Y si lo hacen, que se note. Por lo que hemos comprobado -y hace dos años en el Eurobasket- no se ha hecho nada, con lo cual el criterio es “sálvese quien pueda” y jugar no duro, durísimo, hasta el punto que algunos partidos de balonmano parecían juegos de niño en comparación a los de basket. Podría incluso llegar a aceptar que este será el nuevo criterio, pero que se diga claramente. Me paso el año enseñando a los jugadores/as a mejorar su técnica en función de lo que marca el reglamento y resulta que los mismos chicos/as comprueban en estos partidos de alto nivel que vale todo: que poner las manos en el hígado del atacante no es falta; que chocar contra un bloqueo que no se mueve, si te tiras (flopping) te sale rentable; que los pasos son un tema totalmente evanescente. El famoso “paso 0” ni existe; la única vez que vi un posible “paso 0” pitaron...¡¡pasos!! Ya ni entro en el tema de los apoyos: dos legal, tres dudas, cuatro...vale todo. O vale todo para algunos y para otros no tanto.
No me invento nada, hablo de lo que he visto. Este problema se arregla antes que nada en los despachos pero que opinen y tomen la palabra técnicos con criterio, con conocimiento real del juego y no con fantasías como el “paso 0”. Y luego, evidentemente, que se mejore el nivel de los árbitros y que estén los mejores, los profesionales, los que por lo menos tienen conocimientos y no se dejan amedrentar por los jugadores, los entrenadores y el público. Sólo así volverá la credibilidad que ahora está un poquito en el aire -para decirlo de una forma suave- no sea que algún algoritmo de la FIBA, o de la FEB, o del COI, o de quien sea, me censure.
|
NuevoBasket Digital 2.0, copyright © 2021 NB